Elizabeth se deja llevar a menudo por las apariencias y tiende a prejuzgar a las personas desconocidas. Aunque va comprendiendo, a medida que va conociendo al señor Darcy, así como a otros personajes en la historia, que no son las impresiones lo que definen a una persona. Además, también se muestra orgullosa cuando hieren su estima, insultándola y agrediéndola.
El señor Darcy se muestra arrogante y orgulloso desde el primer instante, a pesar de ser muy inteligente y honesto. También tiene prejuicios, y lo demuestra acusando a Elizabeth y a su familia de ser inferior a él, y por considerarlos obstáculos o inconvenientes en su vida.
Estos valores son inculcados a través de las conductas sociales y los estereotipos de la época, pero también son propios de la personalidad de cada individuo. A lo largo de la historia se puede apreciar cómo estos comportamientos van cambiando a medida que los personajes interactúan y se conocen, y cómo influyen negativamente en sus relaciones desde un principio. Aunque Elizabeth y Darcy no son conscientes de su peligrosidad, son capaces de dejarlos a un lado y dejarse llevar por sus sentimientos:
[...] Al principio, el señor Darcy apenas se dignó a admitir que era bonita; no había demostrado ninguna admiración por ella en el baile; y la siguiente vez que se vieron, él solo se fijó en ella para criticarla. Pero tan pronto como dejó claro ante sí mismo y ante sus amigos que los rasgos de su cara apenas le gustaban, empezó a darse cuenta de que la bella expresión de sus ojos oscuros le daban un aire de extraordinaria inteligencia. [...] y a pesar de que afirmaba que sus maneras no eran las de la gente refinada, se sentía atraído por su naturalidad y alegría. [...]
En este fragmento observamos como Darcy es capaz de ver más allá de sus prejuicios hacia Elizabeth. A pesar de juzgarla en algunos aspectos, como su estatus social o su aspecto físico, reconoce que otras cualidades son de su agrado. En este caso resalta la inteligencia, su naturalidad y su alegría:
-¿Le apetecería, señorita Bennet, aprovechar esta oportunidad para bailar un reel?
Ella sonrió y no contestó. Él, algo sorprendido por su silencio, repitió la pregunta.
-¡Oh!- dijo ella-, ya había oído la pregunta. Estaba meditando la respuesta. Sé que usted querría que contestase que si, y así habría tenido el placer de criticar mis gustos; pero a mi me encanta echar por tierra esa clase de trampas y defraudar a la gente que está premeditando una desaire. Por lo tanto, he decidido decirle que no deseo bailar en absoluto. Y, ahora, desaireme si se atreve.
- No me atrevo, se lo aseguro.
Ella que creyó haberlo ofendido, se quedó asombrada de su galantería. Pero había tal mezcla de dulzura y malicia en los modales de Elizabeth, que era difícil que pudiese ofender a nadie; y Darcy nunca había estado tan ensimismado con una mujer como lo estaba con ella. Creía realmente que si no fuera por la inferioridad de su familia, se vería en peligro.
Esta conversación se produce en uno de sus encuentros, en un baile. Entre ambos ya existían pretensiones debido a los rumores que Elizabeth había oído acerca de la personalidad del señor Darcy, un hombre orgulloso, inteligente, vanidoso e inflexible; así como Elizabeth tiende a prejuzgar a las personas y quedarse con sus primeras impresiones. Pese a esto, Darcy en su interior se siente atraído por ella, aunque sabe que se expondría a las críticas por interesarse por una mujer de su clase y por ello, lo reprime. Ella, en cambio, no deja de sorprenderse con cada detalle que percibe de él. En ocasiones le resulta un hombre despreciable. Sin embargo, en otras siente que en su interior hay bondad y sensibilidad:
Esta escena quizá sea la escena clave de la película. Elizabeth sale corriendo tras enterarse de la devastadora noticia de que el señor Darcy es participe de la separación de su hermana Jane y el señor Bingley. Darcy acude a donde se encuentra Elizabeth con el deseo de mostrarle sus sentimientos hacia ella. Comienza su declaración diciendo que ha luchado contra su mayor juicio (hacia ella), su rango, etcétera y que ha sido en vano porque desea acabar con su agonía. Él la ama.
Ella tras oír sus palabras, le pide disculpas por ser la culpable de su tormento, con un tono orgulloso asegura que no ha sido a conciencia. Esta actitud en Elizabeth es totalmente contraria a sus sentimientos en este punto en la historia, salvo por el hecho de que acabar de saber que el señor Darcy ha contribuido a romper la relación de su hermana Jane y el señor Bingley, lo cuál luego resulta ser falso. Esa noticia cuestiona su afecto hacia él, además de que una vez más se siente insultada y herida cuando Darcy se refiere a su inferioridad social y los modales de su familia respecto a los demás. No obstante, aparte de los malentendidos, el orgullo y el prejuicio les impide revelar el amor que sienten el uno hacia el otro.
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